Mula truena con sus tambores

A medida que la noche caía sobre Mula este Martes Santo, la emblemática Plaza del Ayuntamiento se convertía en un hervidero de actividad. Ciudadanos locales y forasteros, vestidos con sus tradicionales túnicas y portando tambores, se congregaban en anticipación al evento más esperado: la tamborada. La expectación crecía conforme se acercaba la medianoche, y los tamboristas, en un gesto simbólico, alzaban sus baquetas al cielo.

El reloj antiguo de la plaza, testigo de innumerables celebraciones, marcó las doce campanadas, anunciando el inicio de la ceremonia. La "Llamada a la Tamborada", composición del reconocido Fernando Belijar, resonó por primera vez, marcando el preludio de la festividad. Al son de la última campanada, un mar de tambores comenzó a tocar en unísono, desatando una sinfonía de ritmos que sacudiría la ciudad hasta bien entrada la tarde del día siguiente.

Este evento, que se extiende hasta las cinco de la tarde del Miércoles Santo, no es solo una manifestación cultural de gran arraigo, sino que también ha sido reconocido como Fiesta de Interés Turístico Internacional y forma parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, celebrando así la riqueza y diversidad de las tradiciones muleñas.