MIÉRCOLES SANTO

Los Coloraos inundan de emoción y fervor las calles de Murcia tras una larga espera

La Archicofradía de la Sangre saca sus once pasos después de tres años de ausencia por la pandemia y la lluvia

photo La tarde del Miércoles Santo fue testigo del esperado regreso de los Coloraos a las calles de Murcia, después de tres años de ausencia por la pandemia y la lluvia. La Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, la más antigua de la Diócesis, fundada en 1411, desplegó su río rojo de nazarenos y pasos por el centro histórico de la ciudad, en una procesión que ocupa toda la tarde-noche murciana. Más de 3.500 nazarenos vestidos con sus túnicas rojas acompañaron a los once pasos que representan la Pasión de Cristo desde el Lavatorio hasta el Calvario. La procesión partió a las 19.00 horas de la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora del Carmen, donde se venera al Santísimo Cristo de la Sangre, obra maestra de Nicolás de Bussy del siglo XVII.

La tarde del Miércoles Santo fue testigo del esperado regreso de los Coloraos a las calles de Murcia, después de tres años de ausencia por la pandemia y la lluvia. La Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, la más antigua de la Diócesis, fundada en 1411, desplegó su río rojo de nazarenos y pasos por el centro histórico de la ciudad, en una procesión que ocupa toda la tarde-noche murciana. Más de 3.500 nazarenos vestidos con sus túnicas rojas acompañaron a los once pasos que representan la Pasión de Cristo desde el Lavatorio hasta el Calvario. La procesión partió a las 19.00 horas de la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora del Carmen, donde se venera al Santísimo Cristo de la Sangre, obra maestra de Nicolás de Bussy del siglo XVII.

El primer paso que salió fue el de San Vicente Ferrer, patrón de la Archicofradía, una talla moderna realizada por Ramón Cuenca en 2011. Le siguió el paso de La Samaritana, una escultura barroca de Roque López que data de 1799. El tercer paso fue el de Jesús en Casa de Lázaro, una composición neobarroca de José Hernández Navarro que muestra el momento en que Jesús resucita a Lázaro ante sus hermanas Marta y María. El cuarto paso fue el del Lavatorio, una obra que en los próximos días será restaurada y que representa a Jesús lavando los pies a sus discípulos en la Última Cena. El autor es Juan González Moreno y data de 1952. El quinto paso fue el de La Negación de San Pedro, una escena que combina tallas antiguas y modernas. El San Pedro arrepentido es una obra del siglo XVII atribuida a Nicolás de Bussy, mientras que el Cristo atado a la columna es una talla reciente de José Hernández Navarro. El gallo que corona el paso es una pieza original del siglo XVIII.

El sexto paso fue el del Pretorio, uno de los más populares y emblemáticos de la procesión. En él se representa el juicio a Jesús ante Pilato, con la presencia del Berrugo, un soldado romano que azota al Señor. El Cristo es una talla del siglo XVII de Nicolás de Bussy, mientras que Pilato y el Berrugo son obras del siglo XX de José Sánchez Lozano y Ramón Cuenca, respectivamente. El séptimo paso fue el de Las Hijas de Jerusalén, una obra neobarroca de Juan González Moreno que muestra a Jesús consolando a las mujeres que lloran su suerte en el camino al Calvario. El octavo paso fue el del Cristo de las Penas, una talla expresiva y realista de José Hernández Navarro que representa a Jesús con la cruz a cuestas y rodeado por cuatro sayones que le empujan y le insultan. El noveno paso fue el del Santísimo Cristo de la Sangre, la imagen titular y más venerada de la Archicofradía. Se trata de un crucificado agonizante del siglo XVII atribuido a Nicolás de Bussy, que destaca por su belleza y dramatismo. El paso va adornado con claveles rojos y lleva cuatro faroles en las esquinas. El décimo paso fue el de San Juan, una imagen del discípulo amado realizada por Juan Dorado en 1905. El paso lleva un palio bordado en oro y plata y va iluminado por candelabros con velas blancas.

El undécimo y último paso fue el de La Dolorosa, una imagen de la Virgen María con el corazón atravesado por siete espadas, símbolo de sus siete dolores. La talla es también de Roque López y data de 1787. El paso lleva un palio bordado en oro y plata y va iluminado por candelabros con velas blancas. La Virgen va acompañada por una sección de mujeres vestidas de negro con mantilla española.

La procesión de los Coloraos es una de las más populares y multitudinarias de la Semana Santa murciana, y tiene una fuerte vinculación con el mundo huertano y agrícola. Por eso, durante el recorrido se reparten caramelos, obsequios y habas tiernas procedentes de los bancales huertanos. Además, la procesión cuenta con varias secciones de carros bocina y timbales que amenizan el cortejo con sus músicas destempladas. También participan todos los alcaldes pedáneos de la huerta de Murcia, que portan sus varas de mando. Una tarde-noche inolvidable para los murcianos y visitantes que disfrutan de la fe y la tradición después de tres años de espera.